Nuevos pasos de los trabajadores hacia el porvenir

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5-08-07, 9:20 am




Fue contestada una cuestión central para el movimiento sindical norteamericano con las elecciones del año pasado. Reconstruir al movimiento sindical de los trabajadores exige combinar a las iniciativas organizadoras frescas e innovadoras con la acción política. Luego de haber derrotado a los Republicanos ultraderechistas en las elecciones congresionales de 2006, ya se encuentra el movimiento sindical energizado y en la marcha. Reconocen casi todos, desde el Partido Demócrata y sus candidatos hasta el Partido Republicano el papel que tuvieron las uniones laborales.

En la “campaña de los primeros cien horas” del nuevo Congreso de inmediato resultó evidente la importancia de la participación sindical en la derrota de los Bushistas en el Congreso. Una propuesta central de primera importancia fue la del aumento al salario mínimo. Además, el objetivo político más importante para el movimiento sindical, la Ley de Libertad de Escoger para los Empleados (EFCA por sus siglas en inglés) fue introducido rápidamente y aprobado por la Comisión de Educación y Asuntos Laborales de la cámara baja, y a lo mejor cuando leas estas palabras ya habrá sido aprobada por la Cámara de Representantes. La propuesta goza del copatrocinio de 233 Miembros del Congreso, incluso a gran número de recién elegidos. Con la propuesta, se quitarán a las corporaciones y a los patrones del asunto de elecciones sindicales y permitirá a los trabajadores mismos organizar de su propia cuenta un sindicato laboral en un lugar de trabajo determinado en cuanto firme una mayoría de ellos tarjetas de sindicalización.

No hay mejor muestra de esta nueva energía y unidad tras las elecciones que el esfuerzo del movimiento sindical a favor de la EFCA. Tanto la AFL-CIO que las uniones del Cambio para Vencer (CtW, por sus siglas en inglés) se han movilizado por completo para lograr su aprobación y ya están trabajando juntos. Utilizan a conferencias nacionales y regionales, rallys, campañas telefónicas, el Internet, audiencias, reuniones en lugares de trabajo y visitas al Congreso. A nivel nacional y casi en todas partes trabajan las dos federaciones juntas para lograr la aprobación de la EFCA.

Hay una lección de verdadera importancia en este turno de eventos para el movimiento sindical en este momento cuando se enfrentan a los grandes desafíos que vienen. Cuando fue elegido John Sweeney por primera vez como presidente de la AFL-CIO en 1995, su elección fue el punto de vanguardia de un poderoso movimiento reformista dentro de un sindicalismo alarmado por la pérdida de membresía en las uniones laborales, y el declive del poder económico y político de los sindicatos. Casi de inmediato, cuando apenas comenzaba la federación su proceso de reconstrucción, surgió una nutrida controversia. A un lado estaban los que creían que la falta de voluntad y de recursos fueron los problemas principales que detenían a la organización y que debilitaban al sindicalismo norteamericano. En el otro lado se encontraban los que opinaban que el problema tenía más que ver con el ambiente de hostilidad ultraderechista creado por las grandes empresas comenzando con la época Reagan-Bush y el aplastamiento del sindicato de controladores aéreos PATCO. Y, habían muchos otros que dijeron con muchísima razón que exigiría la reconstrucción del movimiento sindical tanto un nuevo compromiso a la organización que más acción política más independiente.

Con tantas variaciones sobre el tema, florecieron estas diferencias y con tiempo llevó a la división del sindicalismo norteamericano. Pero hoy en día el movimiento sindical está dejando atrás esa historia. La unidad de acción alrededor de la EFCA es gran paso adelante para sanar la brecha y reunir al sindicalismo. La EFCA reúne inseparablemente a la necesidad de la organización con la de la acción política independiente.

La Estrategia Sindical Hacia la EFCA

Los sindicatos se esforzaron muy duramente para lograr la introducción y aprobación temprana de la EFCA en la nueva Cámara de Representantes como parte de una estrategia mayor alrededor de la propuesta de ley. Todos entienden muy bien que en el Senado enfrentará a su mayor oposición, y aun si logra aprobarse, de inmediato Bush aplicaría su veto a la medida. Pero la estrategia emergente ya es la de transformar al apoyo a los derechos de los trabajadores a organizarse y a la EFCA en una cuestión importante de campaña para las elecciones presidenciales de 2008. Asimismo, busca el movimiento sindical transformar a la propuesta de ley en una cuestión importante en determinados distritos congresionales en 2008, en donde candidatos republicanos vulnerables se enfrentan a campañas difíciles de reelección, en especial por el Senado. Y luego, según lo que se piensa, con nuevas victorias en la Cámara Baja y el Senado y con un Demócrata pro-trabajadores en la Casa Blanca, la Ley de Libertad de Escoger para los Empleados puede llegar a ser ley federal vigente.

Ya podemos ver funcionando esta estrategia en la acción. El Senador Barack Obama, John Edwards y el Congresista Dennis Kucinich han prestado su apoyo público a la EFCA como parte de sus campañas presidenciales respectivas. Hillary Clinton se declaró copatrocinadora de la medida en la última sesión del Congreso. Pero no basta conseguir apoyo de los candidatos y que se mencione no más en sus campañas el derecho de los trabajadores a organizarse. Más bien, la clave es ligar a la lucha por la EFCA con las luchas de larga duración ya existentes. En las primeras audiencias llevadas a cabo al reintroducirse la medida al nuevo Congreso, uno de los primeros testigos fue Keith Ludlum, figura profundamente comprometida con los esfuerzos para sindicalizar a los 5.500 empacadores de carne de puerco en la Smithfield Foods en Tar Heel, Carolina del Norte. Ludlum fue despedido ilegalmente en medio de una campaña organizadora en 1994 por la unión Trabajadores Alimentarios y Comerciales Unidos. Con la ERCA, estos trabajadores en Tar Heel hubieran tenido su sindicato desde hace mucho.

Otras uniones de trabajadores han celebrado reuniones con Miembros del Congreso para oír historias similares en carne propia sobre el maltrato corporativo y las actividades ilegales perpetradas con el propósito de derrotar a las campa ñas de sindicalización. También quieren muchos sindicalistas audiencias congresionales sobre la EFCA por todo el país para destacar a los ataques corporativos y gubernamentales contra el derecho de organizarse. Creen estos que testimonios vivos presionarán aun más al Congreso para tomar acción por defender a los derechos laborales más básicos. La lucha del movimiento sindical organizado en pro de esta legislación ha de verse como punto de vanguardia y armazón para enfrentarse a los muchos retos que desafían al sindicalismo norteamericano.

Los Retos que nos Enfrentan

Hay muchos retos que enfrentan al movimiento sindical en este momento; cierres de fábricas, pérdidas de trabajos y globalización capitalista, todos han infligido muchas pérdidas a los trabajadores norteamericanos, destruyendo niveles de vida y hasta comunidades enteras. Están bajo ataque los salarios y las condiciones laborales. Andan a la vanguardia Bush y compinches en la lucha por acabar con el cuidado de salud como beneficio laboral, mientras no se hace nada para proporcional el cuidado de salud universal. Mata la guerra en Irak a miles, tanto Norteamericanos que Iraquíes. Muchos de los muertos y heridos norteamericanos son miembros de sindicatos o de familias sindicalistas y todos, de manera contundente, son de clase trabajadora. Es más, derrocha la guerra a miles de millones de dólares que pudiera haberse utilizado mejor para cumplir las necesidades de la gente y proporcionar trabajos. Se aumenta el maltrato y las falsas acusaciones gubernamentales contra los trabajadores inmigrantes. En los lugares de trabajo están en auge el racismo corporativo y la discriminación contra las mujeres.

Queda bien claro que una respuesta a estos y muchos otros problemas que enfrentan a los sindicatos y a la gente trabajadora es un movimiento sindical mucho mayor. Dicen algunos 60 millones de trabajadores que se meterían a un sindicato si pudieran. Sesenta millones de nuevos sindicalistas harían mucho más que ofrecerles a los trabajadores una oportunidad de avanzar. Serían un gran paso adelante para la democracia en general, para toda la gente. La organización es el mejor método que tiene la clase trabajadora y la gente que trabaja para enfrentarse al poder corporativo y del dinero. Piensa no más en lo que significarían 60 millones de nuevos sindicalistas para las elecciones de 2008. Haría mucho esa clase de arranque de poder e influencia sindical para detener y hasta deshacer a la realineación y dominación política republicana ultraderechista de los últimos 20 años.

Semejantes números pudieran comenzar al largo proceso del desarme del terrible asalto económico contra todos los trabajadores y la gente obrera. Esta es la clase de voz y fuerza potencial organizada que pudiera deshacer los recortes de impuestos y redirigir el dinero y las prioridades a las necesidades básicas humanas como son la vivienda, la educación, los trabajos, acabar con la pobreza y levantar los niveles de vida. Esta es la clase de poder que pudiera garantizar la aprobación de la Ley Medicare para Todos para proporcionar un cuidado de salud universal a precio razonable a todos en Estados Unidos. Más contratos sindicales que aumentan a los salarios y protegen a los trabajos y condiciones de trabajo establecerían una tendencia de alza en los niveles de vida para todos los trabajadores.

A comienzos de la década de los ‘70 el movimiento sindicalista fue mucho más grande que ahora. Aun dividido como estuvo sobre la cuestión de la guerra en Viet Nam, el movimiento Trabajadores Sindicalizados por la Paz resultó decisivo para poner fin a esa guerra. Hoy en día una parte mucho mayor de un movimiento sindical más pequeño está en contra de la guerra en Irak. Hoy por primera vez en toda su historia la AFL-CIO se ha desatado de la política exterior norteamericana y exige el regreso de las tropas a casa. Grandes sectores del movimiento sindical han prestado su apoyo de manera oficial y han participado en acciones por la paz. No desde la Primera Guerra Mundial ha estado tan activo en contra de una guerra el corriente principal del movimiento sindical. Piensa no más en lo que pudiera un movimiento sindical, crecido en 60 millones de nuevos miembros, para poner fin a la guerra en Irak y para evitar una nueva guerra en Irán.

Sesenta millones de nuevos socios atraerían al movimiento sindical a millones de nuevos miembros Afronorteamericanos, Latinos, Asiáticos y otros victimas de la discriminación racial y étnica. Atraería a millones de trabajadores inmigrantes, mujeres y jóvenes. Sería un cambio muy positivo en la composición social del movimiento sindical y lo fortalecería de manera contundente en todos sus aspectos. Imagínate el crecimiento que resultaría en las formas sindicales como son la Coalición de Sindicalistas Afronorteamericanos, el Concilio Laboral por el Avance Latinoamericano, la Alianza Laboral Norteamericana Asiática y del Pacífico, la Coalición de Mujeres Sindicalistas, y el Orgullo en el Trabajo. Semejante crecimiento y cambio en el seno de movimiento sindical fortalecería y cimentaría con aun más fuerza los elementos centrales de las fuerzas críticas en la sociedad que son imprescindibles para construir a un frente masivo de toda la gente contra la ultraderecha, el capital transnacional y la globalización capitalista.

Más que un Sueño, una Necesidad

Esto no quiere decir que la EFCA es una bala de plata que resolvería de un golpe a todos los problemas de la gente trabajadora. Más bien, quiere decir que la necesidad de fortalecer al movimiento sindical nos es esencial para el progreso de todos. Quiere decir que tenemos que ligar a la aprobación de la EFCA con todas las luchas inmediatas de la gente trabajadora y aún más allá de eso. Quiere decir que la aprobación de esa ley es esencial y corresponde a los intereses de todos los movimientos progresistas y populares. Seguirá el movimiento sindicalista desarrollando estrategias organizativas innovadoras y creadoras que lo llevarán a la victoria. Mira nada más a la campaña Smithfield, a la gran victoria del sindicato SEIU para los trabajadores de limpieza en Houston, o al trabajo del sindicato UE en Carolina del Norte y las campañas del sindicato de los Siderúrgicos en la Tyson y en la Goodyear. La alianza de la AFL-CIO con el movimiento de los “Centros de Trabajadores” sirve como otro gran ejemplo.

¿Supiste que cada 23 minutos un trabajador sale despedido o sufre represalias por haber apoyado a un sindicato laboral en su lugar de trabajo? Este hecho demuestra no solamente lo vicioso que es la embestida corporativa contra las uniones laborales, pero también el grado de movimiento de base entre los trabajadores. Miles de trabajadores, aun en un momento de duro clima antisindical y con leyes laborales injustas, luchan por sus derechos en el trabajo. La lucha por lograr aprobarse a la Ley de Libertad de Escoger para los Empleados nos ofrece una manera concreta de ayudarlos a ellos ayudándonos a nosotros mismos y fortaleciéndole a todo el movimiento progresista.

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